Philippe Starck no necesita presentación; sin duda es el diseñador vivo más venerado del mundo. Durante cuatro décadas, ha difundido generosamente su creatividad e ideas en el panorama del diseño, dejando su huella en todo, desde objetos comunes como cepillos de dientes, en exprimidores de limón, motocicletas, artículos sanitarios, restaurantes e incluso el palacio presidencial de Eliseo